
Me gustaría poder decir que la película tiene muchos fallos, pero no conozco cuál es la auténtica intencionalidad del director, y puede que lo que el espectador considera como fallo sea una estrategia más de Aronofski para crear con eficiencia esa parte del mundo caótica y un tanto perversa que se esconde por los rincones de la ciudad y para retratarla a la perfección. La película introduce imágenes demasiado estridentes que se intercalan entre las escenas, convirtiendo la película en una frenética montaña rusa donde abundan las bajadas y los loopings fuertes... Incluso llega un punto en que la película empieza a agobiar por este tipo de interrupciones, pero imagino que se asemejan brillantemente con las sensaciones que se experimentan tras la ingesta de narcóticos.
Pero la atracción no termina ahí, sino que termina con una auténtica descarga de adrenalina que asfixian totalmente al espectador, quien desea que el juego de imágenes acabe de una vez para poder dar un respiro. La película se eleva demasiado hasta alcanzar alturas desmesuradas debido a la intensa y penetrante banda sonora de la película... Pero es demasiado efusiva. Eleva la película a cielos donde no merece escalar, pues impide visualizar con claridad cuál es su verdadero trasfondo.
Me vais a permitir, pues, comparar la película con una cebolla, ya que se compone de multitud de capas sin las cuales se evade de auténtica trascendencia. Pero son precisamente esas capas que tiene la película las que la permiten producir ese efecto narcótico. La película sin esas capas, que se centran sobre todo en la imposición de escenas cargantes sin la voluntad del espectador y en la potente banda sonora, se "limita" a reflejar algo convencional y ya visto en el cine: hijo drogadicto y madre pasiva que vive de las ilusiones, y que acaba por engancharse a las pastillas. La película con las capas: un auténtico torbellino de sensaciones e impulsos que la convierten en una obra maestra.
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